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El autor.















02 enero, 2008

—Cacería de pingüinos— Cap. 4

—Amigas—
Cap.4

En otra parte del patio, Claudia conversa con otras cuatro amigas, del segundo "B", curso del rubicundo, el "pulga".
—Puchas, me gustaría –dice Claudia a sus amigas, sentadas sobre una de las jardineras de la parte baja del patio del colegio–. Pero no creo que se pueda.
—Pero nada pierdes con tratar, pues Claudia –dice Marcela, de pelo castaño claro, sobresaliendo en estatura del resto de sus amigas–. Además así estaríamos todas juntas.
—Yo no sé pa' qué te cambiaste, si todas veníamos juntas desde octavo –agrega Lorena, morena, algo gordita y de pelo crespo, amarrado con una trenza hacia la parte baja de su cabeza.
—Oye, si no fui yo quien se cambió –responde la muchacha–. Es que la culpa la tiene mi mamá que dejó para última hora la matrícula. Y cuando vino, ya no quedaban matrículas para el 2° B. Por eso me matriculó en el "A". Pa' más, soy la única mujer del curso.
—Pero quedaste con el Sebastián Ardiles, pu' loca. –interviene Guadalupe, una muchacha extremadamente delgada, y morena–. Ese "mino" es "super rico".
—Oye, "Pita", na' que ver que te estís' fijando en otros "minos", si tu andai' con el Rolando –dice Bernarda, muchacha agraciada de rostro, de ojos claros.
—Sí, pues. –concuerdan las otras jóvenes.
—Oye, oye. No me estén "cargando" –responde la aludida, masticando su desgastado chicle–. Cacha' que solo estoy haciendo un comentario, pu' locas.
—Oye, podríamos cambiarla con la "cuica" de la Camila –interviene Lorena, como dando una gran idea–. Así ella quedaría con su amor, y la Claudia se viene al "B".
Ninguna de las otras tres muchachas responde al comentario de la joven. Sabedoras de la amistad que une a Marcela con Camila, solo atinan a mirar a Marcela, esperando alguna reacción de la muchacha. La muchacha, poseedora de una gran personalidad y sentido común, por lo que las demás la consideran como líder del grupo, solo se limita a hacer un breve comentario.
—No es bueno referirse a una persona cuando ella no está. ¿Cambiemos de tema?.
Las demás se miran unas a otras, sin atreverse a hacer ningún otro comentario. Después de un incómodo momento, Bernarda interviene para liberar la tensión...
—Oye, Claudia, ¿Por qué no hablas con el director? A lo mejor algún loco, del curso quiera cambiarse al "A" y así tú te vienes con nosotras.
—No sé –responde la aludida–. De repente es mucho atado. Pero después de las pruebas del primer trimestre a lo mejor lo hago.
—Pa' mí que la Claudia quiere venirse al "B" pa' estar a lado del Mauricio Rojas ja, ja, ja –dice Lorena, haciéndose la graciosa–. Con ese "mino" podría mejorar todas las notas.
—Ese "mino", sí que es "cuico" –dice Guadalupe, masticando furiosamente su chicle–. Se cree 'la muerte' por que su mamá es profesora de Matemáticas.
—Todo por que no la "pescaron" –dice en tono irónico, Lorena.
—¿Ah sí?. ¿Y cómo fue eso? –pregunta entre risas, Marcela.
—Oye, que soy "chueca", Lore' ¿ah?–dice Guadalupe, reprochando.
—¿Y pa' qué te enojas? –responde Lorena– si de Sudamérica no va a salir ¿No es cierto niñas?
—Sí, sí. Que cuente... que cuente... que cuente –bromean las demás.
—¿Lo cuento, "Pita"? –pregunta riendo Lorena.
—Ya, ya cuéntalo. Si total ya se te cayó el caset, loca –responde resignada la muchacha–. Cuándo te cuento otro secreto, "tumba abierta".
—Lo que pasa, es que la Pita –comienza su relato Lorena– antes de "pegar" con el Rolo, se le tiró al Mauricio, en la fiesta de fin de año, del año pasado.
—¿Ah, sí? Y se lo tenía guardadito, la loca –interrumpe Bernarda–. ¿Y?...
—"Y", y que no me interumpai' pu' loca, ¿ No ves que me cortas el hilo?... –responde Lorena, quien parece saborear el descubrimiento del secreto de Guadalupe–. Decía que antes de que la "Pita"...
—Ya, ya. Si eso ya lo dijiste, loca –vuelve a interrumpir Bernarda–. Cuenta qué le dijo el Mauricio a esta loca...
—Puchas, si me vas a seguir interrumpiendo, cuéntalo vos' pu´loca –dice fingiendo enojo, Lorena–. Además la cahuinera soy yo, no vos' ja, ja, ja.
—Él me dijo que no le gustaba pololear. Que pensaba que las personas deberían esperar a ser adultas antes de comprometerse sentimentalmente –interviene Guadalupe, dejando a sus amigas totalmente sorprendidas con su intervención.
—Puchas' el gallo pa' raro. ¿Será gay? –comenta sorprendida Bernarda.
—¿Marica? No creo –responde Lorena–. Yo lo encuentro super varonil al "mino".
—Pa' mí que el compadre pertenece a una de esas religiones raras –interviene Guadalupe–. Nunca lo he escuchado decir algún garabato.
—Yo lo encuentro super "retro", qué quieres que te diga, galla –dice Bernarda.
—En cambio yo lo encuentro super maduro. –dice Marcela, que hasta ese instante se ha mantenido pensativa. Las otras muchachas se la quedan mirando sin comentar. En el fondo siempre han respetado las opiniones de ella, por considerarla la mas equilibrada de todas. No en vano acuden a ella cuando necesitan algún consejo.
—A mí me parece, gallas', que si todos siguiéramos ese consejo, se evitarían muchos problemas –sentencia, con seguridad–. Ahí tienen el caso de la Camila. El tonto del Ricardo lo único que hace es hacerla sufrir. Por más que le aconsejé que no se metiera con él...
—No me explico por qué se puso a pololear con él –concuerda Guadalupe–. Yo le dije que el loco anda metido con los "drogos". Pero ella no me creyó...
—¿Estás segura de lo que dices, "Pita"? –pregunta preocupada, Claudia–. En la clase nunca he notado nada raro con el Ricardo, 'galla'...
—Oye, yo lo conozco bien, comadre –responde la muchacha–. A mí me ha ofrecido yerba, varias veces.
—¿Pero te ha tratado de vender?
—No. Solo me ha querido convidar.
—¿Y tú le aceptaste, "Pita"? –pregunta con preocupación Marcela.
—¿Eh?.. Este.. nó, claro. Una pura vez, me acuerdo, cuando andaba "depre", por que me había peleado con el Rolando, pero lo 'chanté' al loco –responde la muchacha, visiblemente perturbada.
—Bueno, en todo caso no se puede afirmar que el Ricardo ande con los "drogos". A lo mejor solo fuma de vez en cuando. De todas maneras, a ti también te convendría dejar al Rolo, "Pita" –aconseja Marcela–. Yo ya te lo he dicho. El Ricardo y él, son "uña y mugre". Y no sería nada de raro que el Rolo' ande metido en los mismos rollos que el Ricardo.
—¿Y el "pulga"?. Ese también se junta con el Ricardo –dice Lorena–. Y ahora también se juntan con el Frías.
—¿El flaco Alejandro? –pregunta con incredulidad Claudia–. Yo me acuerdo que el año pasado ese "mino" era re' tranquilo...
—Tú lo haz dicho, "querida", "era". –responde Lorena–. Desde que se junta con el Ricardo, se ha puesto super desordenado. ¿No es cierto Marcela?
—Es que ahora son vecinos con el Heriberto, por eso se juntan después de clases –responde Marcela.
—¿Quién es el Heriberto? –pregunta intrigada, Claudia.
—El "pulga", pu' 'galla' –responde Guadalupe–, cómo no vas a saber.
—Ay, ja. ja, ja. Como siempre le han dicho "pulga"... No tenía idea que se llamaba Heriberto. Y eso que venimos de octavo con él. Oye, ¿pero que no se llama Jorge?
—Heriberto Jorge Pizarro –responde Marcela–. Lo que pasa es que cuando pasan lista, el profe le dice Jorge, para que no lo molesten. No le gusta que le digan Heriberto.
—¡Que es ganso! –dice Claudia–. Sin embargo no le molesta que le digan "pulga".
—Es que como el director se llama Heriberto... los cabros lo molestan por eso –dice Guadalupe.
—Ah.. ¿Y por qué? No entiendo...
––Cosas de hombres pu' loca. –responde Guadalupe– Vo' sabí' que esos gallos son re' infantiles.
––Oye, Marcela ¿qué le pasará a la Camila, que no ha venido a clases?
––No tengo idea, pu' Lorena. Supongo que estará enferma.
––Chis', un poco más y me pegai', comadre. Si solo te preguntaba no más, pu’. Como ustedes son bien amigas?...
––Lo que pasa es que me tiene bien preocupada –dice Marcela–. Y no quiero preguntarle al Ricardo, por que a ese gallo no lo puedo pasar.
––¿ Y cómo no vas para su casa?
––Si lo he pensado. Pero es que me pone nerviosa el papá. Además que es militar, es re' cara seria. Cuando habla con una, parece que le fuera a pegar...
––Oye, ¿no estará embarazada?. – comenta Lorena– . Yo la he notado bien rara. El otro día la vi vomitando en el baño.
––Ya tenía que salir la desatiná' –dice Bernarda, mientras el rostro de Marcela demuestra su malestar–. Vo' le andai' encontrando el lado morboso a too', 'galla'...
––Ojalá que me equivoque, 'galla'. Porque con ese compadre, la pobre no tiene ningún futuro.
—Oye, están tocando el timbre para entrar a clases. Chao Claudia, nos vemos en el otro recreo –dice Marcela, poniéndose de pie de un salto. Las otras muchachas hacen lo propio y se despiden de Claudia, con un beso en la mejilla.

FIN del Cap. 4