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El autor.















12 diciembre, 2007

—Cacería de Pingüinos— Capítulo 3

—Valores perdidos—
Cap.3

La charla concluye en silencio, con el sonido del timbre de término de clases. Durante el recreo, Ricardo y Rolando, se reúnen en un lugar del patio del liceo, cerca de la reja que da a la calle, detrás de la bodega de jardinería, con el muchacho que saludó a Ricardo al llegar a clases y otro joven del mismo curso del rubicundo.
—¿Y tú creí' que lo dijo por vo'? –dice el rubicundo.
—No sé –interrumpe Rolando–. Pero pa' mí que algo sospecha, porque cada vez que decía algo de 'los narcotráficos' y esa onda', le pegaba unas miraditas e este loco?.
—Na' que ver... –dice Ricardo, dando un golpe en el hombro a Rolando–. Lo que pasa es que este loco' se pasa rollos sólo. No seai' perseguido, loco.
—Pero ¿qué fue lo que dijo de los "narcos", pu' Pilo –pregunta con insistencia el otro muchacho.
—Puta' que hinchai' flaco –responde Ricardo–. Dijo que... que "no permitan que nadie los invite a consumir drogas" –dice, imitando la voz grave del profesor–, por que si lo hacen, ta ta tan... entonces los monstruos del pantano vendrán el la noche, y... : se los van a llevar a toos' los locos, de las 'patas'...Jua, jia, jia, jiaaaaa. Ja, ja, ja.
Ricardo se envuelve en una fingida lucha con el muchacho que preguntó, tratando de hacerle cosquillas. Los otros siguen la chanza, muertos de la risa.
—Oye Loco, –insiste Rolando–, ahí fue cuando te miró re´fijo, cuando dijo eso de que no acepten que los inviten, y esa onda...
—Oye, "perseguío'" –responde Ricardo–, el viejo miraba a todos los locos de la clase, no solo a mí ¿cachai'?
—Sí, pero 'cacha' que a vo' te miró justo ahí, pu' loco. Justo cuando habló de invitar a fumar, y esa onda' –insiste el muchacho–. Pa' mí que algún loco anda de caída de caset, loco. Yo creo que es ese ganso del Ardiles. Siempre anda mirando así, como si fuera espía, loco. Cuando agacha la cabeza y mira así, como pa' arriba, loco, así.
—Estai' rallao' loco –responde Ricardo–. Ese compadre es así porque está jodío del mate', loco. ¿Que no te hai' dado cuenta que ese loco es de la onda "depre"?
—¿Ah, sí? Oye, entonces hay que "enganchar" al loco pu'.
—No pa' na' loco. Una vez le convidé un 'mono', y se las vomitó toa' el loco. Anduvo como una semana con unas ojeras así de grandes... Parecía "drogo" profesional, el loco, ja, ja, ja.
—¿Y cómo no lo hacemos 'yunta'? –pregunta el rubicundo.
—Vo´ tai´ más rallao' que este otro loco, "pulga" –responde Ricardo, señalando a Rolando–. Ese loco anda jodío del mate', por que la mamá lo abandonó cuando era chico, y se fue con otro compadre. Anda en la onda de andar escribiendo poemas y esas leseras de 'minas'. Si lo hacemos 'yunta' de nosotros, después le viene la arrepentida, y nos vende a todos.
—Tenís razón loco. Mejor que nó.
—Además –continúa Ricardo–, si se entera el "Tijera" que andamos haciendo "yuntas", de cualquier rallao', nos quita el negocio, y carga con vo', "pulga".
—Sí, pu'.
—¿Y cómo se llama ese amigo tuyo que va a venir a la salida, "pulga"?. –pregunta Ricardo.
—¿El "cabezón"?. Putas', no sé, ja, ja, ja. Yo lo conozco 'caleta' de tiempo, y solo sé que le decimos "cabezón". Nunca le he preguntado el nombre. Cacha' que capaz que se llame "Eustaquio" o algo así, ja, ja, ja.
—O "Floripondio" –dice Rolando riendo.
—O "Roselindo", ó " José María de la cruz", ja, ja, ja.
—O "Rolando", ja, ja, ja.
—Ey, ey, que te pasa loco... –protesta el aludido.
—¿Va a traer "monos" o "yerba", compadre? –pregunta Ricardo.
—"Monos".
—"Mortal", loco.

Fin Cap. 3

—Cacería de Pingüinos— Novela Corta. Cap. 1 y 2

CACERÍA DE Pingüinos
1998


PREÁMBULO
Nota del autor: Este cuento está ambientado en la realidad de los años 90, en una de las ciudades grandes de Chile.
El Autor
Cuento
CACERÍA DE PINGÜINOS

—Sala de clases—
Cap- 1

Es una mañana fría. Tal vez eso hace que los alumnos se apresuren a entrar al colegio de carreritas, al bajar de la locomoción colectiva. Algunas madres se despiden de sus hijos pequeños, con la consabida serie de recomendaciones. Algunos padres, de pasada a su trabajo, traen y besan presurosos a sus hijos en automóvil. Cerca de la puerta, una joven madre elegantemente vestida con un traje de dos piezas, color barquillo, deja a su hijito, de unos 7 años, en la puerta de entrada. La mujer se encuclilla para arreglar el cuello de la camisa del niño.
—Ya, mi amorcito, se porta bien y hace todo lo que le diga la profesora ¿ya?.
—Sí, mami.
—¿Tiene su colación?
—Sí, mami... ¿mami?..
—¿Sí, mi amor?
—¿Porqué el señor de la liebre, *(taxi bus) dijo que si seguían molestando iba a bajar a todos los "pingüinos"?.
—Ah, eso. Es que así llaman los choferes a los estudiantes.
—¿Porqué. mami?
—Bueno, creo que es por los uniformes. Con el azul marino y sus blusas y camisas blancas, parecen pingüinitos.
—¿Qué son los pingüinos, mami?
—Ay, en la casa te explico, cariñito. Ahora apúrese que va a llegar atrasado.
Un joven estudiante de unos 15 años, moreno, medio despeinado y con su corbata suelta a medio anudar, se acerca a ellos.
—¿Se lo llevo a la sala de clases, señora Patricia? –pregunta el muchacho, tomando de la mano al niño.
—Ah, hola, Ricardo –saluda reconociendo al joven, mientras se pone de pié–. Ay, te lo agradecería tanto,... mira que estoy super *(demasiado-mucho)atrasada para llegar a mi trabajo.
—No se preocupe, yo lo entro. ¿Vamos Dieguito?
Después de besar a su madre, el niño entra al colegio de la mano del joven. Luego de dejar al niño en su sala de clases, el joven se dirige al Liceo adyacente a la escuelita básica. Luego se dirige a su sala. Antes de llegar a ella, se topa con otro joven de mas o menos su misma edad, delgado rubicundo.
—¿Hola, "Pilo"? –saluda el rubicundo.
—Hola, loco.*(tipo, tío, individuo) Oye, "Pulga", ¿Va a venir tu amigo a la salida?
—Al menos ayer me dijo que sí. ¿por qué? ¿Tenís' *(tienes)plata*(dinero)?
—Me conseguí dos 'lucas'*(dos mil pesos).
—Aaah, pulento*(magnífico-excelente). ¿Me vai' *(vas)a convidar uno?
—Chis, ¿Dónde la viste, loco? *(¿qué te crees, tipo?)
—Puchas, que soi' loco ¿ah?.*(cómo es que eres, tipo) Lo más bien que yo te convido cuando tengo...
—¿Cuáaando me hai'*(has) convidao' vo' *(vos-tú), loco? Una sola vez me diste una piteá' *(aspirada)y porque te hinché 'rearto' *(te importuné bastante). Más encima era un pito *(cigarrillo artesanal) de hierba, loco.
—Mira, la otra semana me tienen que pagar una plata. Yo te convido uno, y tú me pasai' uno ahora. ¿Vale?
—Después 'veímos' *(luego lo consideramos) loco. Chao.
—"Chabela". *(chao-adios)
El rubicundo se dirige a la sala de al lado. Antes de entrar, llama a Ricardo...
—¡Oye, "Pilo"!
—Qué 'querís', loco...
—Está rica la Camila, compadre, ja, ja, ja, *(rica = hermosa-bien formada)
—Métete con tu 'mina', loco. *(mina = muchacha-mujer)


Clase de Valores morales—
Cap. 2


En la sala de clases se está pasando lista de asistencia. El ingreso de Ricardo distrae la atención del profesor, quién detiene la lectura de la lista.
—¿A qué debemos el gusto de contar con su presencia, señor Meléndez? –pregunta en tono irónico, el profesor.
—Ah. Buenos días, señor Bemúdez –responde el muchacho, un tanto sorprendido por la pregunta–. Es que ayer no vine porque estaba resfriado, señor.
—¿Ah sí?. Y se justificó en la Dirección?
—No, señor. Es que como venía atrasado...
—¿Trajo el justificativo?
—Eh... no, señor. Es que se me quedó en la casa...
—¿Otra vez? Todavía no ha traído el justificativo del Lunes, y ahora este otro. Esto me huele a "chiva" *(excusa) 'made in Meléndez' –dice el profesor, sonriendo, mientras los demás alumnos aprovechan la oportunidad para "dedicar" una serie de bromas a su condiscípulo, cosa que el maestro controla prontamente.
—Bueno, señor Meléndez –continúa el profesor–, tome asiento. En mi próxima clase quiero los dos justificativos firmados por su apoderado. De lo contrario no se moleste en venir a clases. ¿Está claro?
—Sí señor.
El muchacho toma asiento detrás de un joven de físico grueso, quien aún no termina su desayuno, el cual oculta disimuladamente bajo su escritorio.
—Te 'jodieron', *(perjudicaron)"Pilo" –dice al joven, en voz baja –. Vai' a tener que 'cantárselas' a tu taita. *(confesarle a tu padre)
—Chis’, pa' lo que me cuesta hacerle la firma al viejo –responde el aludido.
—¿Dijo algo, señor Meléndez? –pregunta el maestro.
—No señor. Le estaba ablando al "Ñoño" *(gordo). (Risas).
Después de acallar la algarabía, y concluir la lectura de la asistencia, el profesor se pone de pié para iniciar la clase.
—En la última clase hablábamos del carácter social del ser humano –inicia su disertación, paseándose por entre los escritorios, mientras juguetea con su lápiz–. La necesidad de éste de vivir en comunidad, lo diferencia de algunas especies donde sus miembros llevan una vida solitaria e independiente, juntándose solo para aparearse.
—En cambio nosotros, los humanos, llevamos vidas solitarias solo cuando dejamos de aparearnos –dice en voz baja, Rolando Vega, otro revoltoso de la clase, produciendo risitas contenidas.
––La interacción del grupo –continúa el profesor, sin darse por aludido, dando un golpecito en la cabeza del gracioso, con su lápiz– incide, naturalmente, en sus costumbres hábitos y otros aspectos formativos, o desformativos, según sea el caso. Algo similar sucede con las especies animales que viven en comunidad, aunque ellos lo hacen mayormente por instinto. Se ha sabido de algunas especies que, frente a la posibilidad de extinción o por problemas de sobrepoblación, han caído en el canibalismo y la autodestrucción de la especie, para enfrentar el problema que afecta a todo el grupo. En el hombre eso es muy raro. Sin embargo, la sobrepoblación de las ciudades produce situaciones parecidas o equivalentes.
—Disculpe señor –interrumpe Sebastián, un joven taciturno, algo tímido.
––Adelante, señor Ardiles –responde el profesor, dejando notar que le complace la intervención del alumno.
––¿Se podría decir que el hacinamiento de las ciudades afecta la convivencia de las familias, produciendo la separación de los esposos?
––Interesante pregunta –responde el profesor–. Pero yo diría mas bien que tal clase de conducta obedece, además, a otras causas. Hay toda una combinación de factores que hacen que una sociedad cambie sus costumbres y valores. La familia es la más antigua institución humana. De muchas maneras es la más importante –continúa el maestro, paseándose entre los escritorios de los alumnos–. Por ello debemos valorarla y protegerla. De hecho, es la unidad más fundamental de la sociedad. ¿Sabían ustedes, que civilizaciones enteras han sobrevivido o desaparecido, dependiendo de si la vida familiar era fuerte o débil?
––¡Como la caída del Imperio Romano! –exclama la única muchacha de la clase, de tez clara y cabello largo, castaño. Sin poder resistir el impulso, se atreve a comentar, lo que provoca la algarabía de sus compañeros, quienes se mofan de ella.
––No, no... está muy bien, Claudia –interrumpe la algarabía el profesor–. Lo que ella ha dicho es perfectamente correcto. La caída del Imperio Romano es uno de los ejemplos más claros al respecto. Muy bien, Claudia –dice el maestro, mientras la muchacha hace muecas y morisquetas a sus avergonzados compañeros.
––Es más –prosigue el profesor–, la propia conquista de Grecia por Roma, tuvo como causa esencial, la desintegración de la civilización griega desde el interior, es decir, en las familias. En cambio, en ese entonces, la fortaleza de Roma era la familia, pero cuando el arreglo de la familia se desintegró debido a, entre otras cosas, la inmoralidad sexual, el imperio cayó en decadencia.
––Pero, ¿era pa' tanto el "cacheteo" *(pasarla bien) de los romanos, como dicen, profe? –pregunta Ricardo, haciéndose el gracioso y provocando risitas nerviosas en sus condiscípulos.
––Bueno, –responde el profesor– considera que los historiadores se refieren a la sociedad romana de aquella época como " el mundo pagano enloquecido por el placer".
––¿Cachai' loco? *(¿te das cuenta, tío?), habría sido "mortal" *(muy bueno) haber nacido en esa época –exclama Ricardo, provocando más risas y comentarios.
––Sin embargo... sin embargo –repite el profesor para hacerse oír y acallar el murmullo– señor Meléndez, me temo que hoy día usted es miembro de una sociedad mundial que, pienso yo, está llegando a un punto mucho más reprensible que el imperio Romano en decadencia.
El último comentario del profesor ha logrado, de pronto, atraer la atención de los alumnos, produciendo un extraño silencio... Aprovechando esta circunstancia, el profesor Bermúdez infiere a sus palabras, un tono grave y solemne:
––Hoy, en todo el mundo, se ve avanzar un espíritu muy parecido al que imperó en esa decadente época –dice, mientras observa meticulosamente a cada alumno–. Pero... pero... nos estamos apartando de la materia que nos corresponde analizar –dice ante las quejas de los alumnos, quienes desean seguir con el debate.
––Puchas, profe' –reclaman varios alumnos–. No nos deje colgados, pu' señor. Queremos saber qué está avanzando en el mundo. No sea "mala onda"... –dicen guiñándose un ojo entre sí.
Claro, no es que estén realmente interesados. Por eso Claudia sonríe con sus ojos al cielo. Sabe que sus compañeros descubrieron que cuando tocan un tema que le interesa al profesor, éste se entusiasma hablando, y así avanza la hora y el jolgorio, pero no la materia...
––Bueno, bueno... está bien –dice resignado el maestro, mientras se dirige a su escritorio tomando asiento.
—Hoy día basta mirar los noticieros, para darse cuenta que algo tenebroso se yergue sobre las familias –continúa el profesor–. Por ejemplo, en cada vez más países del mundo, hay un aumento alarmante en la proporción de divorcios. La delincuencia juvenil, la inmoralidad, el SIDA, la drogadicción; son solo algunos de los complejos problemas a los que se enfrentan las familias hoy día. Temo que esos problemas ya nos alcanzaron a nosotros también.
––¿Y a qué cree usted que se deba todo esto, profe? –pregunta Claudia.
—Buena pregunta –responde el aludido–. En realidad, señorita González, hay mucha controversia al respecto. No todos coinciden en señalar las causas. Sin embargo, para mí, hay dos factores importantes.
—El factor número uno, y el factor número dos –interrumpe Rolando Vega, queriéndose hacer el gracioso, y solo logrando que sus compañeros lo hagan callar de un modo no muy amable, ya que pone en peligro el entusiasmo del profesor.
—Uno de ellos –prosigue el profesor, si dar importancia al episodio–, es el culto al "Yoismo".
—¿"Yoismo"? –pregunta Sebastián Ardiles, uno de los pocos realmente interesado en el tema.
—Así es señor Ardiles, "Yoismo". El culto a uno mismo, es decir: yo primero, yo segundo y yo tercero. Este... "culto", ha relegado al último lugar, si acaso a alguno, al interés altruista que deberíamos sentir por los demás, o al menos por la opinión de los demás. Eso ha dado como resultado, puntos de vista corrientes, como por ejemplo: "Haga lo que usted, considere correcto, y los demás que se las arreglen", ó "La disciplina ha pasado de moda; hay que dejar que los hijos escojan su propio camino". ¿Podrían ustedes citar algún otro punto de vista corriente, hoy día, que ustedes piensen, vaya en el mismo sentido? –pregunta el maestro, poniéndose de pié para recorrer la sala, entre los alumnos.
—¿Podría ser " No te metas en mi vida"? –pregunta tímidamente Claudia.
—Si, claro. Por supuesto, Claudia... que sería equivalente a decir " Nadie tiene derecho a emitir juicios en cuanto a lo que yo hago" ¿verdad?. Bien. ¿ Otro?...
—"Cada uno sabe el "rollo" en que se mete" –dice Ricardo, guiñando un ojo a Rolando.
—Especialmente si el "rollo" es la Camila, ja, ja, ja –responde Rolando.
—Bueno, bueno –interviene el profesor, sin inmutarse–, lo que estos dos payasos dicen, no deja de ser verdad, en el fondo. Equivale a decir: "Cada cual decide lo que es bueno o malo para él". Lo triste del asunto, es que aunque Sicólogos, siquiatras, clérigos y otros consejeros tratan de suministrar consejo, no se ve salida al problema. De hecho, hasta algunos consejeros recomiendan estos mismos puntos de vista como terapia.
—¿Y cuál es el otro factor, señor? –pregunta Sebastián.
—Y tal vez el más destructivo, señor Ardiles. El otro factor son los intereses comerciales, lícitos o ilícitos, incluso hasta delictuales.
—Ahí si que no "cachamos" nada profe –comenta otro alumno.
—Me explico: Los grandes poderes económicos, buscan promover sus productos, y para ello recurren a la propaganda. Hasta este punto, no hay nada criticable. Sin embargo, no todos ellos lo hacen de manera inocua.
—¿Qué es "inocua", profe? –pregunta Rolando, uno de los "payasos", en medio de las burlas de sus compañeros.
—"Inocuo", es algo que no hace daño, señor Vega –responde–. Pero muchas veces esa propaganda, moldea conceptos, costumbres, incluso valores, con el único fin de lograr que la gente adquiera sus productos. Lamentablemente los jóvenes, como ustedes, son blanco importante de esa propaganda malformativa.
—¿Porqué los jóvenes? –pregunta Claudia.
—Bueno, principalmente, Claudia –responde el profesor–. Los jóvenes son más impresionables. Por tanto resulta más fácil formarlos, o malformarlos. Hoy día son el blanco, especialmente de entidades delictuales, como el narcotráfico, por ejemplo. La oferta de la droga ahora llega a la misma puerta de los colegios. O la trata de blancas, que es el secuestro de jovencitos para explotarlos en la prostitución y otros delitos. Todo esto afecta a la entera sociedad, y carcome sus pilares y fundamentos, que son las familias. Hoy día existe, por decirlo así, una verdadera "cacería de jóvenes", para moldearlos o explotarlos con fines egoístas y así, cuando esos jóvenes malformados formen sus propias familias, toda la sociedad entra en decadencia.
Las palabras del maestro producen un prolongado silencio, solo interrumpido por un profundo suspiro de Claudia, evidenciando lo impresionada que la dejaron las palabras del maestro. Después de un rato, Rolando comenta mirando a sus compañeros:
—Chis', parece película de terror, la onda...
—¿Y no hay nada que se pueda hacer, profe? –pregunta un alumno.
—Claro que hay mucho que se puede hacer –responde el maestro–. Ustedes, los jóvenes, pueden comenzar determinándose a no permitir que esas "fuerzas" malformadoras, como el "Yoismo" y la propaganda perniciosa, los moldee. No permitan ser atrapados por la droga esclavizante. Ella solo atrapa a los jóvenes que no tienen valores claros, o los que la buscan como salida a sus problemas. Jamás acepten, ni por curiosidad, una invitación a consumirla. Ella no soluciona problemas, al contrario, crea otros mucho más grandes. Pueden, además, interesarse sinceramente en los valores y principios de sus padres y abuelos los que, lejos de estar "pasados de moda" como dicen algunos, han demostrado su sabiduría al producir familias estables y que se interesan en los demás.
—Pero no todos los padres hacen cosas buenas –interviene Sebastián. —Eso es muy cierto, señor Ardiles –responde el maestro–. Pero eso no hace que los valores de antaño tengan la culpa. Además, aquellos que se consideran así mismos "cristianos", tienen una doble responsabilidad, pues cuentan con un rico legado de principios y valores religiosos que deben copiar y practicar.
Fin del Capítulo 2